viernes, 17 de noviembre de 2017

La desigualdad producida desde casa

El futuro exitoso depende menos de la escuela que del entorno familiar.

Así es, resulta que no es tan importante la escuela en donde sus hijos estudien, tanto como lo es el entorno familiar en donde ellos se desarrollen, más allá de la armonía y del cariño que pueda existir en el seno del hogar, es lo que hay dentro de este, en forma de hábitos, costumbres, aficiones y lenguaje, lo que impactará en su vida.
Podemos hallar algo de estas ideas en el libro de Malcolm Gladwell “Outsiders” en donde se hace una investigación a fondo sobre el tema, quedando en claro el impacto que tiene en la vida de los niños el entorno en el cual crecen, los hábitos y aficiones familiares.

La riqueza del leguaje, el interés por determinados temas, la visión del mundo, e incluso, los anhelos familiares inciden de manera directa en la vida de los niños.
Aquí reside la importancia del papel de los padres en el desarrollo futuro de sus hijos, no será la escuela en la que estos cursen sus estudios, la que los llevará al éxito, sino los ejemplos, la disciplina, el respeto y el compromiso, cosas que se aprenden en casa, así como los principios, valores y manera de interpretar al mundo.

Por eso siempre hacemos énfasis en el papel de los padres como guías, como inspiradores, y líderes creíbles en el mundo de sus hijos, pero es necesario que estos comprendan la importancia de volver a prepararse, de desaprender, y reaprender cosas, para poder están en sintonía con sus hijos, comprender el mundo al que irán, y así impulsarlos de la mejor manera posible.

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Escolarización sin Aprendizaje.


Cuando las pruebas PISA dejan en claro que la educación en México está alejada del futuro.


 El gran problema de la educación en México por décadas es otorgar certificados que avalan aire, licenciaturas, maestrías o doctorados que solo certifican cumplir con los créditos para ser obtenidos.

Requisitos académicos, promedios, pero no aprendizaje, no desarrollo, esto queda claro cuando vemos a la generación mejor preparada de la historia, cuyos niveles de lectura son de los más bajos de la OCDE.
Quien no sabe leer, no puede escribir y menos aún sabe pensar.
Una educación que fomenta la acumulación de la información, pero no su aplicación, no su desarrollo, no la capacidad de transformar la misma, es una gran oportunidad desperdiciada para acceder a un mejor futuro.

Esto no es una casualidad, México exporta productos primarios mayoritariamente, no los transforma, los vuelve a adquirir ya procesados, ya con un valor agregado, igual sucede con el pensamiento, el mexicano es un profesional sin valor agregado, no transforma, no crea, no innova y al final la sociedad paga un sobreprecio al adquirir productos, servicios es ideas ya desarrollados por otros, que solo serán replicados por estos profesionales locales.

No importa cuánto se invierte, si ese dinero está mal dirigido, mientras Suecia, Finlandia, Noruega o Dinamarca, invierte más dinero en los niños más pequeños, en México se desconoce cómo se reparte ese mismo, entre niños de 3 a 14 años.
Mientras en Finlandia los años más importantes son los primeros ocho años, en México los primeros cinco años, están en manos de personas que no tienen las más altas notas docentes del país.

Millones de pesos, millones de vidas desperdiciadas, es una gran injusticia, que tal vez nunca pueda ser resuelta desde las instituciones oficiales, y las respuestas provengan de la sociedad, de quienes comprender el gran riesgo de seguir formando gente que carece de la habilidad de transformar la información en productos superiores, en servicios superiores, en una sociedad superior.

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