La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
Nunca hubieron tiempos mejores cita el adagio, es una realidad el hombre tiene la misma esencia siempre y nace en cada generación para mejorar a la que sigue, pero ¿Cómo mejorar algo de lo que ya no tenemos memoria? ¿Cómo revisar el modelo?
Vivimos una etapa donde no sólo las nuevas generaciones crearan su propia brecha con respecto a las que les precedió, sino que aparte viven un revolución del conocimiento que significa el paso a otra era, a otra época.
Hoy como nunca los niños se alejan de sus padres a una velocidad desconocida, y en parte es porque el nuevo modelo de mundo que ellos están viviendo proviene de sociedades más avanzadas que los arrastran para alcanzarlas o entender sus modelos de vida y pensamiento, y esto sucede al mismo momento en que los cambios se vienen dando, en tu mundo eso no pasaba, la brecha del conocimiento y la tecnología era muy notoria y muy marcada.
Sin embargo nuestras sociedades pierden su identidad, sus raíces se olvidan y es donde parece que nuestro mundo en México parece dar un salto atrás.
Las tradiciones permitieron que la cultura se desarrollara en el mundo, la tradición oral permitió que muchos conocimientos, historias y hechos se preservaran hasta la aparición de la escritura por ejemplo, los nombres de personas y ciudades tenían relación con el mundo en que se desarrollaban, las personas sabían sus orígenes, respetaban sus tradiciones y costumbres, y las portaban de generación en generación, de ahí los escudos heráldicos, los tradiciones culinarias, y hasta en los oficios y artes.
La tradición cumplía varias funciones, una de ellas preservar la memoria del origen, la otra identificar un grupo de otro, y dar cohesión a la sociedad, es cierto como todo lo que dura mucho tiempo a veces se vuelva más rito y se vuelve rígido y pierde utilidad para el desarrollo.
Siendo un país con una gran historia, con las raíces gritando por doquier, los jóvenes no tienen arraigo, los abuelos ya no representan la fuente de esa herencia sobre el origen y destino, poco se sabe de dónde se viene, las tradiciones, la cultura, la antigua sabiduría que iba de generación en generación.
Hoy los jóvenes están carentes de esas historias, cuentos, tradiciones, de los recuerdos que los viejos tienen de los otros viejos, se pierden esos puentes maravillosos con el pasado, con otros mundos, con otras glorias.
Los antiguos de muchas culturas, hablaban del inicio de su tribu, de su clan y de su apellido, sabían en que batallas habían participado, en que hecho histórico tomaron parte, eso es lo que ha permitido tantas novelas, el rescate de esa memoria que a todos debe pertenecer.
Porque permite descubrir como en esencia somos iguales, como todo cambia para seguir igual, pero como esa constante crea los cambios y permite la perfección de los que siguen.
En el mundo de tus hijos la tecnología juega un importante papel, la ciencia, los modelos mentales, la creativas y más, pero si logras como padre incorporar los principios básicos que vienen de familia, el valor de conocer su origen, de reconocer su historia, de entender los cambios, y abrazar esa gloria heredada por cientos de personas que le antecedieron para cederle el espacio que hoy ocupa, habrás dado a tu hijo el poder de seguir siendo humano en un mundo tan tecnológico.
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